¿y mis 15 minutos?
Me quedé helada por la extrema coincidencia y casi no envío el post, pero resultó ser de la misma temática que Casciari en su blog-blog (él es un maestro que nos da tres patadas con su genio bloggero). Pero qué le vamos a hacer, son cosas de las sincronías y coincidencias universales. Los 5 grados, esas vainas y tal.
Tenía pocos años, mi madre me llevaba a la Fundación Miró, el trayecto incluía previo un paseo por el jardín botánico, después algo de arte y una coca-cola en el café de la Fundación. Todo esto en la Barcelona a finales de los setenta. Y no olvidaré ese día: estaba Miró. Sí, el mismísimo Joan Miró dando vueltas por su Fundación. Mi madre como que me empujó para que fuera a mirarlo, y yo como que me dio vergüenza. Pero me acerqué. Lo tuve a mi lado, entre la muchedumbre y muchos críos de mi edad, pero que eran más altos que yo, porque por una razón inexplicable no había crecido mucho. En un arrebato de excentricismo lo toqué por alguna parte. Y, como si de una película rallentizada se tratara, recuerdo el gesto del genio volteándose para mirar hacia abajo y verme. Te admiro Joan, quiero ser como tú ahora, no cuando grande, quiero que a la gente le pase lo mismo que me pasó a mí cuando vi por primera vez tu obra La esperanza del condenado a muerte, quiero ser una poeta visual como dice mi madre, te admiro tanto, tanto... Y enmudecí, sentí un calor immenso a la altura de mis mejillas y una cosa rara en mis rodillas y estómago. El maestro me sonrió y prosiguió con su asedio popular. Lo amé ahí, para siempre.
Barcelona es una ciudad algo cosmopolita, lo que hacía posible encuentros del tercer tipo con famosos, pero una debía hacer como que si tal cosa.
Ibamos por las Ramblas de Barcelona con mi hermana, un montón de gente y yo con mi estatura porfiadamente baja. De repente, mi hermana exhaló una especie de grito sordo, pensé que le estaba dando un shock ahí mismo, entonces me agarró bruscamente de mi hombro, en un afán de querer elevarme y me dijo: -¡mira! ¡mira!, ¿ves ese tipo que va con tejanos, el que lleva un pañuelo en el culo?-. Por suerte lo que mi hermana indicaba estaba a mi altura visual, pude ver, y sí, reconocer el pañuelo, y el culo por cierto: Miguel Bosé. Magro encuentro ese. No como el de Anna, que hasta se sacó una foto con él en París. Brr.
Una vez conocí al argentino Dal Masetto. Fue en circunstancias bohemias de mi adolescencia porteña y lo anecdótico del asunto fue su hermosa dedicatoria en un papel que aún conservo. En el que incluyó su número telefónico, je. Escribió como prólogo a su dedicatoria lo siguiente: a Petra, la de los hermosos hojos. Sí, mis ojos tienen hache, por eso son más hermosos. Me lo descubrió este escritor.
Pero si de escritores se trata, años atrás, aún vivo, no vaya ser que me confundan con alguna militante esotérica, me topé con José Donoso y le pedí un autógrafo, el entonces vejete, me sonrió, muy a desgano me firmó una postal con mi nombre, el suyo y algo más que puso pero que no tuvo nada magistral. Algo acotó de mi nombre, pero a mi me dio vergüenza y no le dije nada, sólo le toqué un hombro, le di un beso y le agradecí. Muy poco excitante todo eso.
También tengo un encuentro magistral de mi bohemia porteña, era el año ochenta y algo, ibamos al Buenos Aires Rockn Pop. Estábamos por detrás del Estadio y alguien dijo ver asomarse a Charly García. Corrimos a ver. Y sí, ahí estaba Charly, se asomó de nuevo por la ventana y nos bendijo: nos escupió. Fuimos felices de llevar el estigma estomacal del genio del rock para siempre.
Pero he pasado un par de chascos, con famosos locales. Una vez aquí en Chile, saludé efusivamente a una mujer en un local, pues sabía que la conocía bien pero no alcanzaba a saber bien quien era, le iba a pedir una silla para poner en una mesa, y ya que la conocía la saludé. Cuando me fui a sentar, me preguntaron de dónde la conocía: -¿porque es la Schlomit Baytelmann-, verdad?-. Horror, claro que la conocía, pero por la tele. Peor fue el caso de ir una vez por la avenida Providencia y confundir a un ex profesor con el ex ministro de Transportes Germán Correa, ése que se peina con un alicate, le di un abrazo y besos. Lo interesante de este error, que no caí hasta que ya me había despedido de él, es que fue el hombre más gentil que haya desconocido alguna vez.
Mi fantasía, o sea, quedar atrapada en un ascensor con Miguel Bosé aún no se materializa, así que seguiré expectante con cuánto famoso me topo. En un libro dice la Rosa Montero, que uno alguna vez en la vida se encuentra casualmente con alguien que te dice cómo serás tú a la edad de ese desconocido. Evidentemente, en mi caso, de famosos no se trata.
Casciari en su post menciona al grupo Parchís, pues bien, el rubiales de ojos azules de ese grupo era mi vecino, fui a su casa un par de veces. Al entrar a la sala de estar había una foto del pequeño que ocupaba toda una pared. Algo increíble. Su madre era adorable, él terrible. .
Tenía pocos años, mi madre me llevaba a la Fundación Miró, el trayecto incluía previo un paseo por el jardín botánico, después algo de arte y una coca-cola en el café de la Fundación. Todo esto en la Barcelona a finales de los setenta. Y no olvidaré ese día: estaba Miró. Sí, el mismísimo Joan Miró dando vueltas por su Fundación. Mi madre como que me empujó para que fuera a mirarlo, y yo como que me dio vergüenza. Pero me acerqué. Lo tuve a mi lado, entre la muchedumbre y muchos críos de mi edad, pero que eran más altos que yo, porque por una razón inexplicable no había crecido mucho. En un arrebato de excentricismo lo toqué por alguna parte. Y, como si de una película rallentizada se tratara, recuerdo el gesto del genio volteándose para mirar hacia abajo y verme. Te admiro Joan, quiero ser como tú ahora, no cuando grande, quiero que a la gente le pase lo mismo que me pasó a mí cuando vi por primera vez tu obra La esperanza del condenado a muerte, quiero ser una poeta visual como dice mi madre, te admiro tanto, tanto... Y enmudecí, sentí un calor immenso a la altura de mis mejillas y una cosa rara en mis rodillas y estómago. El maestro me sonrió y prosiguió con su asedio popular. Lo amé ahí, para siempre.
Barcelona es una ciudad algo cosmopolita, lo que hacía posible encuentros del tercer tipo con famosos, pero una debía hacer como que si tal cosa.
Ibamos por las Ramblas de Barcelona con mi hermana, un montón de gente y yo con mi estatura porfiadamente baja. De repente, mi hermana exhaló una especie de grito sordo, pensé que le estaba dando un shock ahí mismo, entonces me agarró bruscamente de mi hombro, en un afán de querer elevarme y me dijo: -¡mira! ¡mira!, ¿ves ese tipo que va con tejanos, el que lleva un pañuelo en el culo?-. Por suerte lo que mi hermana indicaba estaba a mi altura visual, pude ver, y sí, reconocer el pañuelo, y el culo por cierto: Miguel Bosé. Magro encuentro ese. No como el de Anna, que hasta se sacó una foto con él en París. Brr.
Una vez conocí al argentino Dal Masetto. Fue en circunstancias bohemias de mi adolescencia porteña y lo anecdótico del asunto fue su hermosa dedicatoria en un papel que aún conservo. En el que incluyó su número telefónico, je. Escribió como prólogo a su dedicatoria lo siguiente: a Petra, la de los hermosos hojos. Sí, mis ojos tienen hache, por eso son más hermosos. Me lo descubrió este escritor.
Pero si de escritores se trata, años atrás, aún vivo, no vaya ser que me confundan con alguna militante esotérica, me topé con José Donoso y le pedí un autógrafo, el entonces vejete, me sonrió, muy a desgano me firmó una postal con mi nombre, el suyo y algo más que puso pero que no tuvo nada magistral. Algo acotó de mi nombre, pero a mi me dio vergüenza y no le dije nada, sólo le toqué un hombro, le di un beso y le agradecí. Muy poco excitante todo eso.
También tengo un encuentro magistral de mi bohemia porteña, era el año ochenta y algo, ibamos al Buenos Aires Rockn Pop. Estábamos por detrás del Estadio y alguien dijo ver asomarse a Charly García. Corrimos a ver. Y sí, ahí estaba Charly, se asomó de nuevo por la ventana y nos bendijo: nos escupió. Fuimos felices de llevar el estigma estomacal del genio del rock para siempre.
Pero he pasado un par de chascos, con famosos locales. Una vez aquí en Chile, saludé efusivamente a una mujer en un local, pues sabía que la conocía bien pero no alcanzaba a saber bien quien era, le iba a pedir una silla para poner en una mesa, y ya que la conocía la saludé. Cuando me fui a sentar, me preguntaron de dónde la conocía: -¿porque es la Schlomit Baytelmann-, verdad?-. Horror, claro que la conocía, pero por la tele. Peor fue el caso de ir una vez por la avenida Providencia y confundir a un ex profesor con el ex ministro de Transportes Germán Correa, ése que se peina con un alicate, le di un abrazo y besos. Lo interesante de este error, que no caí hasta que ya me había despedido de él, es que fue el hombre más gentil que haya desconocido alguna vez.
Mi fantasía, o sea, quedar atrapada en un ascensor con Miguel Bosé aún no se materializa, así que seguiré expectante con cuánto famoso me topo. En un libro dice la Rosa Montero, que uno alguna vez en la vida se encuentra casualmente con alguien que te dice cómo serás tú a la edad de ese desconocido. Evidentemente, en mi caso, de famosos no se trata.
Casciari en su post menciona al grupo Parchís, pues bien, el rubiales de ojos azules de ese grupo era mi vecino, fui a su casa un par de veces. Al entrar a la sala de estar había una foto del pequeño que ocupaba toda una pared. Algo increíble. Su madre era adorable, él terrible. .
12 comentarios
Anónimo -
amelia -
AM -
Zuirdj -
;-P
Roberto -
amelia -
y Petra aprovecho de agradecerte tus lindas palabras...
gracias, muchos besos
Isa -
Roberto -
Ahora de afuera, también hartos, viajé una vez con Deftones y mis hijos hasta México, los que habían estado en su concierto la noche anterior. Nunca olvidaré sus caras. (las de mis hijos). Y la Schlomit, bueno, fuimos cuñados... :-) (remember la rucia?)
petra -
el nick, ¿es un jarabe para la tos? o ¿es otra cosa? ¿nombre?
petra -
La gente normal no siempre es sana, dice Frömm, pero la sana no siempre es normal.. je je je (odio poner esos je je je, pero me supera)
P.S.: Kareem es un chico malo.
slds. P.
notosil -
Tono -
Un provilegio harto mas sabroso fue robarle el vaso de Scotch que Bjork habia dejado en el escenario cuando nos visito. Me auctivo completamente. Ahora que he crecido un poco simplemente veo a los famosos, como gente normal pero con mas plata, drogas gratis y fama, pero nada mas que eso. Asi me evito porrazos.
Saludos :)